El 10 de Diciembre se cumplen dos años de gestión del actual Gobierno en la Argentina. En ese marco, analizamos la marca gráfica y la identidad visual de la Presidencia, y hacemos un breve repaso por su historia.
La Marca de Gobierno es una de los categorías más difíciles de gestionar dentro del branding. No solo por sus limitaciones, requisitos y su enorme estructura, sino por estar atada a cientos de factores externos que impactan en la imagen y en la manera en que leemos la gráfica gubernamental. El filtro con el que vemos la marca esta dado en gran medida, por la imagen positiva o negativa que tengamos del Gobierno en funciones.
La identidad estrenada hace dos años por la gestión de Alberto Fernández en la Argentina es un caso interesante de analizar desde la identidad visual, ya que a los elementos tradicionales de identificación (Escudo, nombre, colores) le añade algunos elementos novedosos que marca un inevitable camino de ahora en adelante. En este artículo, una breve reseña de la marca que hoy identifica al Gobierno Nacional.
Un poco de Historia
Remontándonos a 20 años atrás, ¿Cómo ha sido el proceso de identidad en el Gobierno? En esta lectura la primera versión que traemos fue diseñada por Guerrini para el Gobierno de la Alianza (1999), y proponía una estructura de marca que abarcaba todas las declinaciones (Ministerios, Secretarias, etc.) bajo un mismo sistema visual. Renovó y simplifico el escudo nacional y lo acompaño con una tipografía en serifa, que le daba un talante serio y formal a la identidad.
El periodo de gobierno de Néstor Kirchner (2003) modifica estos elementos de identidad pero mantiene la estructura de marca, simplificando la tipografía y proponiendo una lectura más simple y cercana, quizás en función de su línea política. Allí incorporan una línea contenedora que organiza las distintas áreas, pero el formato se empieza a consolidar como el único viable.
Luego, bajo la presidencia de Cristina Kirchner (2007), la marca experimenta otro cambio con la incorporación de la tipografía Gotham Sans (de moda en aquella época) y así comienza a firmar todas sus acciones a través de esta fórmula. La siguiente presidencia de Mauricio Macri (2015) para sorpresa de muchos, mantiene este sistema de marca y lo consolida, agregando algunos recursos interesantes como la iconografía de la Casa Rosada, de la Quinta de Olivos o del Congreso, ampliando así el alcance original del sistema para ser más abarcativo aun.
Así llegamos hasta la gestión de Alberto Fernández (2019), que retoma y mantiene el sistema, volviendo a cambiar la fuente por una diseñada por el tipógrafo rosarino Pablo Impallari (Encode Sans). Si bien el formato se sigue repitiendo, comienza a utilizar aplicaciones novedosas como los fondos negros (un gran acierto), la ubicación rotada del logotipo que le permite nuevas aplicaciones, y simplifica aún más los elementos clásicos para adaptarse mejor a entornos digitales.
Nueva Arquitectura
El gran hallazgo de este sistema es su Arquitectura de Marcas, el hecho de comenzar a utilizar la marca Gobierno para todas y cada una de las acciones y programas que llevan a cabo, generando así un gran sistema de identidad basado en la tipografía y organizando por fin, la estructura de gobierno bajo una marca paraguas.
Nos encontramos entonces ante un nuevo paradigma que por fin simplifica y organiza todo bajo un solo sistema de identidad y suponemos, será ahora la nueva normalidad en cuanto a Arquitectura de marca Gobierno.
Aunque peca de obvio a veces incorporando ilustraciones innecesarias, la nueva política de marcas viene a solucionar una carencia histórica que era la de entender que todos los organismos, programas y acciones ameritaba un único discurso, aun con capacidad de adaptarse y absorber otros recursos, pero el que habla y gestiona es siempre el mismo, entonces darle constancia y coherencia a esa voz era un paso necesario.
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